El sonido de una
risa lavada,
leve,
como el color de tus
ojos al viento.
Me grita una palabra
que no entiendo,
me susurra que se
acabó,
que el tiempo está
perdido
y que tu risa no va
volver.
El pájaro verde del
árbol de mi ventana
también se ha ido,
pero lo ha dejado
todo
intacto,
perfecto;
tú, en cambio, te
has llevado
lo que he guardado
toda mi vida
y me lo has devuelto
roto,
destruido.
Al fin entiendo la
palabra,
pero ya no oigo el
susurro.
Como el pájaro, tu
recuerdo ha vuelto
pero tu risa aún
sigue desaparecida
como mi corazón y
los susurros.
(cc)