'Times Square can't shine as bright as you'

jueves, 3 de noviembre de 2016

XLIV

      Ningún sentimiento de culpa
se acerca al desamparo de la propia alma.
Cuídame y cuídate, no te abandones
ni aunque ya lo hayan hecho.
      Las estrellas en tus ojos no mienten,
no perecen, y siguen creando supernovas
en tus labios.
      El calor irradia de tu piel
y el viento, tan celoso, lo roba con el
aire tan frío que corta la sangre y el corazón.
     Un azul intenso y un verde puro
compiten por robar tu atención,
pero escúchame, no te abandones
ni aunque ya lo hayan hecho.
      Ruge como el calor de agosto
y brilla como el sol de diciembre.
Mis manos tan frías que te erizas,
ven aquí, y susurra, que la estática
también se cela.

      No escuches a nadie
que no vean tus galaxias y no les enseñes
ninguna estrella, por muy vieja que sea.
Es tuya y cuando se arranca aún duele,
que el tiempo no cura pero si olvida
aquellos sentimientos que duelen.
      Ya no miro al cielo,
miro tus ojos, exhaustos, casi acabados,
demacrados de tanto quemarse por otros

cuando lo que ciega son tus estrellas.

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miércoles, 12 de octubre de 2016

XLIII; 02/07

      Y quién decide qué está en el medio.
El espejo o el miedo
mi cerebro o mi imagen
tu opinión o la mía.
      Quién decide si grito o si callo.
Mejor una voz chillando
en el interminable eco del silencio.
      Una opinión rota y quizá un sueño.
Será el encanto de una mentira lo que
te haga vivir, o soñar
pero es el silencio ciego el que te da la vida.
      Palabras vacías y vasos llenos.
Déjanos olvidar esta noche
y todas las demás.
Pongame un hielo y doble de whisky
que el silencio lo tengo yo
solo tengo que hacerlo gritar.


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lunes, 26 de septiembre de 2016

XLII; 2:52

      Abrazame el cuerpo
aún caliente y susurrame que no
todo acaba sin adiós.
Que hay un final para cada cosa,
uno por el que valga la pena
vivir la vida, o al menos
sufrirla; solo para ver el final
de una película tan desgarradora
que nos quite las ganas
de tal forma que ni las busquemos.
      No dejes que se enfríe
que luego viene la parálisis.
No quiero quedarme a ver el final
de nadie, mas que el mío propio;
solo quiero ver mis ojos, agotados
después de tanto desgaste por
vivir la vida, o al menos
sufrirla; no quiero que te quedes,
no quiero que los veas ni que
me veas a mi, tan pálida que corte
la sangre ajena y pause el final.
      No, no quiero ver el final
de nadie, mas que el mío propio;
con supernovas en mi piel y estrellas
en mis dedos. Dejame acariciarte
una vez más, sólo para saber cómo es
aquello que llaman cielo; estaba
convencida de que el limbo era tu cuello,
y ahora lo sé: que era mentira,
que tu piel no alcanza la suavidad
de tu voz en la madrugada cuando te
despiertas y me preguntas porqué te miro.
      No veas el final de la película,
no te quedes en el cine, o al menos
a mi lado, viendo mi vida.
No soportaría ver tus ojos mancharse
porque el final llega antes de lo que
calculé. Tranquilo, si no me dejas
lo hago yo y promete que sólo
recordaras las miradas de madrugada
donde supe que las luces no se apagan.

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viernes, 9 de septiembre de 2016

XLI

      Sigo atada a tu camisa
como si pudiera sacarte de su olor;
tu olor,
te lleva vivo dentro de ella.
      Aún la abrazo cuando duermo
porque es lo único que me ayuda
con las pesadillas en las que te pierdo;
luego, me despierto en una cama vacía
y una habitación fría que se burla de mi
por ser tan idiota y hacerte ir.
      Odio no tenerte cerca
y discutir Hemingway o hablar de
Tolstoi o Tolkien.
      Odio no ser capaz de decirte
cuánto lo siento por dejarte marchar;
pero, por supuesto, no estás y no puedo;
por eso tecleo mis sentimientos aquí.
      Tirándolos casi en el fondo de mi mente
hasta que duela tanto que tenga que escribir
un poema sobre lo mucho que me duele la cabeza.
      Y será la cosa más romántica
porque así son los poemas sobre dolores de cabeza:
cuento lo mal que lo he hecho y cuánto
te echo de menos, y eso lo resuelve todo;
porque lo único que cuenta cuando
se escribe un poema sobre el dolor es la nostalgia,
es cuánto quieres a esa persona y esos
sentimientos cerca de ti.
      Pero no puedes tenerlos porque
en realidad sabes lo mucho que la has jodido,
y todo lo que tienes en ese momento es la desesperación
y el dolor de haber perdido a ese alguien.
      Y así es como los poemas de amor
se escriben.


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miércoles, 24 de agosto de 2016

XL; 17/06

      Tan desconocido y aún así
siento que te conozco de hace tiempo.
      Desde tanto tiempo que ya no
se eriza mi piel a tu tacto,
tanto
tiempo,
que viajar se me hace tedioso si
no estás tú para decirme que dormir
es de cobardes o que la música
es muy típica de los viajes.
      Tú y tu afán de no ser igual
de cambiar todo y de no dejar nada
como estaba, sin importar lo que conlleve.
      Desde hace tanto tiempo que es
imposible, no
mejor improbable, que imposible es un ideal,
no echarte de menos en las siestas
bajo los árboles.


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lunes, 8 de agosto de 2016

XXXIX; 19/07

Sin embargo, eres;
   
      Qué existe después de
un fuego frío en un corazón
que arde de miedo,
sino el aliento de una tragedia
inventada para doler,
por el puro placer de sufrir
a costa de una calle vacía;
y sin embargo tan llena
que me acojona solo de verla.
      Esa calle y luz de luna
en una noche tan fría
que me quema la piel al contacto;
cómo te echo de menos si
nunca estuviste, si solo eres
parte de un recuerdo borroso
con sabor a jäger.
      Una calle vacía y
un hombre tirado, como yo
pero por dentro.
      Tan acabado que no sé
con certeza si me estoy mirando
en un espejo que miente.

      Qué existe después de
un fuego frío en un corazón
que arde de miedo.
      Y si sólo te extraño porque
fuiste,
y quizás no tenías por qué
ser.


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sábado, 2 de julio de 2016

XXXVIII

El cielo iluminado
y un montón de botellas en el suelo.
Me dicen que es la mejor noche
pero yo sólo puedo pensar
en el frío de mi alma cada vez
que alguien me mira.
Es como si juzgasen
por la piel mostrada, casi ofensiva
y lo peor es que me entra miedo
cuando alguien la ve.
Quizás piensen que
no debería llevarlo, que mi cuerpo
no es suficiente para llevar
una ropa que me gusta. Creía que
me sentía cómoda en ella,
hasta que salí de casa.
La piel mostrada, casi ofensiva
y una niña con miedo a ser ella misma
de llevar ropa divertida y
que le hace sentir guapa;
al menos eso es lo que se dijo
al mirarse al espejo.
El cielo iluminado
y un montón de botellas en el suelo
que contribuyen a su confianza
a medida que desaparecen;
pero esa noche no.
No necesitó botellas desaparecidas
porque aquella noche se sintió
dueña de su confianza;
y entonces el cielo iluminado
se volvió bonito a sus ojos.

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