'Times Square can't shine as bright as you'

lunes, 26 de septiembre de 2016

XLII; 2:52

      Abrazame el cuerpo
aún caliente y susurrame que no
todo acaba sin adiós.
Que hay un final para cada cosa,
uno por el que valga la pena
vivir la vida, o al menos
sufrirla; solo para ver el final
de una película tan desgarradora
que nos quite las ganas
de tal forma que ni las busquemos.
      No dejes que se enfríe
que luego viene la parálisis.
No quiero quedarme a ver el final
de nadie, mas que el mío propio;
solo quiero ver mis ojos, agotados
después de tanto desgaste por
vivir la vida, o al menos
sufrirla; no quiero que te quedes,
no quiero que los veas ni que
me veas a mi, tan pálida que corte
la sangre ajena y pause el final.
      No, no quiero ver el final
de nadie, mas que el mío propio;
con supernovas en mi piel y estrellas
en mis dedos. Dejame acariciarte
una vez más, sólo para saber cómo es
aquello que llaman cielo; estaba
convencida de que el limbo era tu cuello,
y ahora lo sé: que era mentira,
que tu piel no alcanza la suavidad
de tu voz en la madrugada cuando te
despiertas y me preguntas porqué te miro.
      No veas el final de la película,
no te quedes en el cine, o al menos
a mi lado, viendo mi vida.
No soportaría ver tus ojos mancharse
porque el final llega antes de lo que
calculé. Tranquilo, si no me dejas
lo hago yo y promete que sólo
recordaras las miradas de madrugada
donde supe que las luces no se apagan.

(cc)

viernes, 9 de septiembre de 2016

XLI

      Sigo atada a tu camisa
como si pudiera sacarte de su olor;
tu olor,
te lleva vivo dentro de ella.
      Aún la abrazo cuando duermo
porque es lo único que me ayuda
con las pesadillas en las que te pierdo;
luego, me despierto en una cama vacía
y una habitación fría que se burla de mi
por ser tan idiota y hacerte ir.
      Odio no tenerte cerca
y discutir Hemingway o hablar de
Tolstoi o Tolkien.
      Odio no ser capaz de decirte
cuánto lo siento por dejarte marchar;
pero, por supuesto, no estás y no puedo;
por eso tecleo mis sentimientos aquí.
      Tirándolos casi en el fondo de mi mente
hasta que duela tanto que tenga que escribir
un poema sobre lo mucho que me duele la cabeza.
      Y será la cosa más romántica
porque así son los poemas sobre dolores de cabeza:
cuento lo mal que lo he hecho y cuánto
te echo de menos, y eso lo resuelve todo;
porque lo único que cuenta cuando
se escribe un poema sobre el dolor es la nostalgia,
es cuánto quieres a esa persona y esos
sentimientos cerca de ti.
      Pero no puedes tenerlos porque
en realidad sabes lo mucho que la has jodido,
y todo lo que tienes en ese momento es la desesperación
y el dolor de haber perdido a ese alguien.
      Y así es como los poemas de amor
se escriben.


(cc)